El egoísmo con las ideas

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Vivimos dominados por las ideas. Buscamos desesperadamente esa gran idea que nos permita por fin lanzar nuestro propio negocio. Evaluamos incansablemente cientos de ideas, pero ninguna es suficientemente buena, con ninguna se produce ese “¡eureka!”… y gradualmente nos desesperamos y desechamos el crear nuestro negocio.

O puede que hayamos tenido suerte, y se nos haya ocurrido esa gran idea que cambiará el mundo. La atesoramos, guardándola como quien guarda una valiosa joya. Muchas veces la hemos compartido a otras personas de absoluta confianza tras hacerles jurar que no la revelarán bajo pena de alta traición, esperando su admiración.
Y si algún advenedizo osa indicar el más mínimo fallo, desechamos sus comentarios con un gesto. Al fin y al cabo es el fruto de nuestra prodigiosa imaginación.

“Mi tessssoro….” como diría Gollum.

Pero desgraciadamente las ideas por si solas no valen nada. Son sólo el fruto de una feliz coincidencia, de la unión de la creatividad y el ingenio. Nada menos. Y nada más. El problema es que nadie va a comprar tus ideas. La gente y las empresas compran productos acabados, no grandes ideas. Y los inversores nunca ponen su dinero en ideas. Lo ponen en proyectos en marcha.

Eso implica que vas a tener que sacar a la luz tu idea. A confrontarla con la ingrata realidad… algo que nos da terror. ¿Y si el mundo no es capaz de valorar su genialidad y todos los intrincados matices que conlleva?. Pues tengo malas noticias. Lo más probable es que tal cual la has ideado no se valore.

Porque pocas ideas sobreviven al contacto con el mundo real, y ninguna se convierte en algo tangible sin sufrir profundas transformaciones. Esa maravillosa idea tuya la has concebido usando tu esquema de valores como referencia. Tus propias necesidades y problemas. Y desgraciadamente no todo el mundo es como nosotros. De hecho, lo más probable es que sea muy poca gente… lo que supone que vas a tener que adaptar tu idea a SUS necesidades (no funciona lo de adaptar sus necesidades a TU idea).

¿No me crees? Imagina 2 cafeterías. Una al lado de la otra. Sirven el mismo café… y sin embargo una está vacía, y la otra llena. La misma idea ejecutada de 2 formas diferentes.
La clave por tanto no es tener ideas. Todo el mundo puede tenerlas. Lo importante es ejecutarlas, llevarlas al mundo real, y tan pronto puedas. Porque cuanto antes conviertas tu idea en realidad y la pongas delante de clientes, más pronto descubrirás si vas bien encaminado o qué es lo que realmente valoran los demás de ella.

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Ah, y nadie va a robar tu idea. Y si la roban, no te preocupes. La misma idea ejecutada de formas diferentes ofrece resultados diferentes. Lo que te va a hacer rico no es tu idea.Es el cómo vas a ejecutar tu idea. Y tú llevas mucho tiempo dándole vueltas sobre su futuro… de hecho, probablemente demasiado.

Así que olvida ese absurdo celo en tus ideas. Compártelas. Cuéntalas a toda la gente que puedas. Escucha con interés y un sano escepticismo sus puntos de vista y consejos. Sus experiencias. Compleméntalas con las ideas de los demás. Habla con tus posibles usuarios sobre tu idea. Y evoluciónalaPero sobre todo, llévala al mercado. Pronto. Porque una idea que no se ejecuta es un ejercicio intranscendente. Y no hay nada más triste que perder tu tiempo en algo que no te va a producir nada.

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