La Innovación y el empleo

A través del tiempo la relación entre la innovación y el empleo muchas personas no la han visto con buenos ojos. Años atrás, la innovación fue vista como una potencial amenaza para el empleo, donde los economistas la han criticado en sentido adverso a generador de empleo. El argumento es que el cambio tecnológico puede crear desempleo a través de la sustitución de trabajo por capital.

La discusión ha evolucionado desde entonces, teniendo en cuenta que los diferentes tipos de innovación en diferentes condiciones de mercado pueden generar diferentes efectos sobre el nivel y la composición del empleo.

Por ejemplo, la innovación de procesos puede inducir una sustitución de capital por trabajo, pero también puede dar lugar a una mayor productividad, precios más bajos y una mayor demanda, que a la larga, puede crear nuevos puestos de trabajo para los trabajadores desplazados (los conocidos efectos de compensación).

De esta forma, los efectos finales de la innovación en materia de empleo dependen del equilibrio entre los efectos de sustitución y compensación. A continuación recomiendo un par de artículos donde escribe el conocido economista Larry Summers en The Economist (“Coming to an office near you” y “The onrushing wave“) donde se abre el debate acerca de la preocupación que deben tener los empleados por las nuevas tecnologías que pujan para reemplazarlos.

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Aunque reconocen que a largo plazo la innovación todavía parece beneficiosa tanto en términos de cantidad y calidad de los empleos, los economistas creen que el cambio tecnológico está tomando cada vez más la forma de “capital que efectivamente sustituye mano de obra” y que podríamos estar frente a una fase temporal de desajuste tras las ganancias de productividad inducidas por la reciente y veloz serie de cambios tecnológicos.

Esta es y será siempre una apasionante discusión sobre el futuro del trabajo versus la innovación, y esto debido a la irrupción de las tecnologías. En este sentido el debate se abre con una sencilla pregunta: ¿la innovación crea o destruye empleos? Es difícil contestar la pregunta en el largo plazo, justo porque se van a producir cosas que, por su nivel de disrupción, ahora no podemos ni imaginarnos, como no podíamos imaginar qué iba a ser Google en 1990.

¿Es la innovación una amenaza para el empleo en Latinoamérica?

Esta pregunta tiene importantes consecuencias para los gestores de políticas públicas en estos países. La mayor parte de las políticas destinadas a fomentar la innovación y la adopción de nuevas tecnologías en América Latina se han aplicado bajo el supuesto de que contribuyen al crecimiento económico en general y a la creación de empleo en particular.

Aunque rara vez sea cuestionado, este enfoque se basa en la premisa de que el cambio tecnológico no sólo conduce a una mayor eficiencia, sino también, con el tiempo, a la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo.

Según una serie de estudios realizados por el BID, la respuesta a esta pregunta es NO, con algunas salvedades. En Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay relaciona el crecimiento del empleo con innovación de productos y procesos. Los resultados muestran claramente que prevalecen los efectos compensación, por lo que la introducción de nuevos productos genera crecimiento del empleo a nivel de las empresas. Al mismo tiempo, la innovación de procesos tendría un efecto negativo en el empleo sólo en el caso de Chile.

Otro estudio del BID va más allá, analizando el impacto de las distintas estrategias de innovación empresarial. En este trabajo se encuentra que los cambios tecnológicos resultantes de actividades desarrolladas al interior de la empresa son mucho más pro-empleo que los resultantes de la adopción de tecnologías desarrolladas fuera de la empresa.

Por último, el efecto de las políticas de innovación en materia de empleo también es abordado directamente en las evaluaciones de impacto de los programas destinados a promover la innovación. Por otra parte; se logró analizar por separado los efectos de los subsidios destinados a promover la innovación de procesos y de productos. Los resultados muestran que tanto el apoyo a la innovación de procesos como a la de productos han contribuido a la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo (es decir, trabajos mejor pagados), pero también confirman que el apoyo a la innovación de productos tiene la mayor rentabilidad en términos de calidad de los empleos creados.

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Entonces? Lo que estamos observando es que los ecosistemas innovadores tienen tasas de desempleo sensiblemente menores que las zonas no innovadoras. Y es que, en mi opinión, se está dando una dinámica que redistribuye el talento, la tecnología y el trabajo; y los vuelve a concentrar en zonas de innovación (Hubs), en un efecto de realimentación positiva.

Como hemos visto en los países de América Latina hay gobiernos dispuestos a invertir en innovación. Con la creación de Hubs o ecosistemas innovadores, se da una dinámica de atracción de talento: el mejor talento científico, tecnológico o emprendedor de las zonas no innovadoras emigra hacia las zonas innovadoras, donde encuentra más oportunidades y mejores salarios. En esas zonas innovadoras se desarrollan las tecnologías del futuro, que son exportadas a las zonas no innovadoras (donde se despliegan en forma de automatización de cadenas productivas, y generan más desempleo). Las zonas innovadoras se enfocan a actividades de I+D y diseño, pero en un entorno de industria digitalizada y cada vez más independiente de la localización y la escala, también las actividades de manufacturing más sofisticadas se ven atraídas a las zonas innovadoras, pues la proximidad a los centros de conocimiento acelera sus ciclos de desarrollo de producto y las permite competir globalmente en innovación. En las zonas innovadoras se reconcentra el manufacturing avanzado, dejando el menos sofisticado y dependiente de costes laborales en las zonas no innovadoras, que se precarizan. En las zonas innovadoras se generan mayores márgenes empresariales, fiscalidades más sanas, y estados del bienestar más sólidos. Hacia los ecosistemas innovadores fluyen los flujos de talento, tecnología, trabajo, y capital inversor; mientras se drenan los mismos de las zonas no innovadoras. Basta, para contrastar esta hipótesis, comparar los mapas regionales de innovación, y de desempleo en los países de América Latina. La correlación es muy certera yo diría: a mayor índice innovador, menor desempleo.

En conclusión, los estudios indican que la innovación y el empleo están correlacionados… al menos por ahora…Así que, los gobiernos deben invertir urgentemente en políticas inteligentes de innovación si desean crear empleo y sostener el bienestar social. Incluso soy del criterio que en el largo plazo, sólo las zonas innovadoras podrán permitirse mantener fórmulas de sustento público de sistemas educativos, sanitarios o sociales de calidad.

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