Las empresas mueren por inadaptación

Ustedes saben... ¿Porqué desaparecieron los dinosaurios? Algunos científicos dirían que fue por un meteorito, por la desaparición de animales que comer o por las bajas temperaturas, sin embargo, la causa real fue otra: porque no se adaptaron a la velocidad de su entorno. Entonces, si preguntamos “¿por qué mueren las empresas?” es muy probable que obtengamos respuestas del tipo “dejaron de comprar mi producto”, “los consumidores cambiaron sus gustos”, “la crisis”, etc. Sin embargo, ¿es posible que la causa sea la misma que la de los dinosaurios?

Son varios los motivos que pueden llevar al cierre de una empresa, pero esta puede estar motivada por la obsolescencia de sus soluciones, por la desaparición de su mercado o por la irrupción de competidores más agresivos, pero en cualquier caso todo ello no es sino la consecuencia de no evolucionar y no adaptarse a la velocidad del mercado.

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Y es que aunque podríamos argumentar que la causa principal de cierre de empresas es la falta de liquidez, sería como decir que han muerto porque se les ha parado el corazón (y el corazón de toda empresa es su capital de operación). Es algo que nos da información de la razón inmediata de la muerte, pero no de la causa raíz.

En este caso, la empresa no ha sabido crear suficiente valor para sus clientes, y tras unos años muere de apatía, de mediocridad. Pero sobre todo muere de comodidad. Muere sin ser recordada, sin ser añorada por nadie más que aquellos que la vieron nacer y los que se quedaron sin trabajo. Es otra más que engrosa las estadísticas de mortalidad empresarial. Y es que, para las empresas tradicionales es más cómodo seguir haciendo más de lo mismo, ordeñar a la vaca, imitar a los grandes del sector y dedicarse a cuidar su terruño.

La adaptación de las empresas a este entorno tan cambiante (VUCA) ha llevado a potenciar el concepto de la reinvención continua. Reinventar los productos, reinventar los procesos e, incluso, reinventar los modelos de negocio. Pongamos como ejemplo el caso de la música, de un negocio basado en la venta de un producto, el disco, ha pasado a la venta de un servicio, el acceso a las canciones. Ya no compras un CD, ahora compras una suscripción en internet.

Cierto que muchas de las “viejas” actividades han dado grandes alegrías, y todavía pueden seguir haciéndolo, pero lo que es evidente es que si no evolucionamos con la misma rapidez que el mercado acabaremos quedándonos fuera del juego.

Por eso, en un mercado en el que lo digital tiene un peso preponderante en los procesos productivos y comunicativos, se hace esencial adaptar nuestros procesos de marketing a dicho entorno, e incluir el marketing digital dentro de los procesos estratégicos de nuestros negocios porque, en caso contrario, sencillamente nos vemos incapacitados para adaptarnos a las evoluciones del mercado y desapareceremos como dinosaurios prehistóricos.

La mayoría de las empresas mueren porque no han sabido crear un producto o servicio que realmente aporte valor a sus clientes, o al menos valor suficiente como para que paguen por ello. Y aunque en algún momento del pasado lo consiguieron,  a menudo lo que sucede es que se desconectan de esos clientes, y hacen más de lo mismo. El problema es que olvidan que esos clientes iniciales que eran tan fieles han evolucionado, han ido cambiando y la competencia si ha sabido cómo llegarles.

Así que si una empresa no desea morir, hay que salir a la calle todos los días, a hablar con los clientes, manteniendo un ojo en el presente y otro en el futuro… y con lo que aprendamos, se corrigen los errores y se mejoran los productos y servicios. No es fácil, y costará mucho esfuerzo que suceda… pero si no lo hacemos nos convertirnos en los próximos dinosaurios.

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